Peter Brook es un referente muy importante para La Màquina, así como para mucha gente del mundo del teatro. Un visionario, un artista, un revolucionario del concepto teatral en el siglo XX. En La Màquina no solo lo admiramos por su legado, sino que bebemos de sus principios a la hora de entender el hecho escénico.
El espacio vacío: la esencia del teatro
Imagina un teatro vacío, un escenario desnudo sin luces brillantes ni decorados elaborados. Solo un actor, un espectador y la magia comienza. Brook escribe en su libro «El espacio vacío»: «Un hombre camina por este espacio vacío mientras otro lo observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral». Esta declaración, aparentemente sencilla, fue un revulsivo en la historia de la puesta en escena del siglo XX. Brook despoja al teatro de artificios y lo reduce a su esencia más pura: la interacción entre actor y espectador.
En La Màquina, este principio se refleja en nuestro espacio de exhibición: pequeño y desnudo, pero lleno de ganas de contar historias. Aquí, la ausencia de decorados fastuosos se suple con la intensidad y la honestidad del acto escénico. Cada rincón se convierte en un escenario potencial, cada interacción una oportunidad para crear magia teatral.

Al desnudar el teatro de artificios, Brook nos enseña que lo esencial reside en la conexión pura entre actor y espectador.
La magia de la multiculturalidad
Otro factor que nos une a Brook es su mestizaje teatral. Peter, hijo de padres rusos, nacido en Inglaterra, decidió fundar un teatro en París, en un barrio de inmigrantes africanos. A lo largo de su carrera, Brook siempre ha incluido actores de diferentes nacionalidades, acentos, culturas e idiomas en sus repartos. Esta mezcla enriquece el arte y ofrece una perspectiva más amplia y diversa del mundo.
El mestizaje cultural no solo enriquece la escena, sino que también desafía y expande nuestra visión del mundo.
En La Màquina, el mestizaje es fundamental. Hablamos castellano, una de las lenguas más habladas del mundo, con una infinidad de acentos diversos que aportan una riqueza infinita a la escena. En Valencia, conviven el valenciano y el castellano, creando una fusión interesante. No ponemos límites basados en idiomas, acentos o procedencias. Para nosotros, esta diversidad es casi una necesidad.
El teatro como juego
Peter Brook también nos inspira con su visión del teatro como un juego. Él afirma: «Interpretar requiere mucho esfuerzo, pero cuando lo consideramos como juego, deja de ser trabajo, una obra de teatro es juego…». Esta perspectiva lúdica transforma la actuación en un acto de exploración y creatividad, liberando a los actores del peso de la perfección técnica y permitiéndoles experimentar y descubrir nuevas formas de expresión.

En La Màquina, adoptamos esta actitud lúdica en nuestras producciones. Nos enfocamos en el proceso creativo, en la experimentación y en la interacción espontánea con el público. Esta libertad creativa no solo enriquece nuestras obras, sino que también crea un ambiente de disfrute y complicidad entre actores y espectadores.
El teatro sagrado
Brook introduce el concepto de «teatro sagrado», donde el escenario se convierte en un espacio donde lo invisible se hace visible. En su libro «El espacio vacío», Brook escribe: «Lo llamo teatro sagrado por abreviar, pero podría llamarse teatro de lo invisible-hecho-visible: el concepto de que el escenario es un lugar donde puede aparecer lo invisible ha hecho presa en nuestros pensamientos»
Este enfoque resalta la capacidad del teatro para tocar aspectos profundos de la experiencia humana, para conectar con las emociones y los pensamientos que a menudo permanecen ocultos. En La Màquina, nos esforzamos por crear experiencias teatrales que vayan más allá de lo superficial, buscando siempre ese contacto con lo invisible, con las corrientes subyacentes que mueven nuestras vidas.
Peter Brook como referente para La Màquina
Peter Brook es un referente esencial para La Màquina por su capacidad para reinventar y revitalizar el teatro. Su enfoque minimalista y su énfasis en la interacción directa entre actor y espectador nos inspiran a mantener nuestro espacio íntimo y accesible. Su defensa del mestizaje cultural resuena con nuestra propia diversidad lingüística y cultural. Y su visión del teatro como un juego y como un acto sagrado nos impulsa a crear obras que no solo entretienen, sino que también invitan a la reflexión y a la conexión emocional profunda.
Celebramos los aportes del maestro Peter Brook. Como él, creemos que el teatro es una herramienta poderosa para explorar la condición humana y para compartir experiencias significativas. En La Màquina, seguimos sus enseñanzas y las adaptamos a nuestro contexto, creando un espacio donde la magia del teatro puede florecer en su forma más pura y auténtica.
«No proponemos ideas fijas, ni mensajes cerrados. Sólo procuramos que el espectador sienta. Y cuando alguien siente, comprende», dice Brook. Esta filosofía guía nuestro trabajo diario, motivándonos a seguir innovando y explorando nuevas formas de contar historias.

Viva la magia del teatro. Viva la suerte de poder explicar historias. Viva la suerte de poder vender emociones y sentimientos. Os invitamos a todos que vengáis a disfrutar del teatro.
¡Somos La Màquina, siempre en movimiento!