En el vasto universo de la danza, pocas figuras brillan con la intensidad de Pina Bausch. Esta mujer, nacida en la Alemania de posguerra, no solo revolucionó el mundo de la danza, sino que creó un lenguaje completamente nuevo para expresar las complejidades del alma humana.
El nacimiento de una visión
Imagina a una niña en Solingen, escondida bajo las mesas de la taberna familiar, observando en silencio el teatro de la vida que se desarrollaba a su alrededor. Esta niña era Pina, y esas primeras experiencias marcarían profundamente su visión artística.
«Cuando miro hacia atrás en mi infancia, mi juventud, mi período como estudiante y mi tiempo como bailarina y coreógrafa, veo imágenes. Están llenas de sonidos, llenas de aroma. Y, por supuesto, llenas de personas que han sido y son parte de mi vida.»
Desde muy joven, Pina entendió que la danza era mucho más que movimientos perfectamente ejecutados. Era una forma de comunicar lo indecible, de dar voz a esas emociones que se esconden en los rincones más profundos de nuestro ser.
La danza como expresión de los sentimientos
Para nuestra admirada Pina Bausch, la danza era, ante todo, la expresión de los sentimientos. Esta visión revolucionaria se convirtió en el pilar fundamental de su trabajo y en un gran referente para La Màquina.
«Hay que dejar que cada uno se exprese según sus motivaciones internas».
Esta frase de Pina resume perfectamente su filosofía. En La Màquina, hacemos eco de esta idea, trabajando el aspecto artístico y creativo de la danza para que no quede como una mera técnica, vacía y sin alma.
El método Bausch: preguntas y más preguntas
Una de las innovaciones más fascinantes de Pina fue su método de trabajo. En lugar de imponer una coreografía, Pina hacía preguntas. Cientos de preguntas. Preguntas sobre la infancia, sobre los miedos, sobre los sueños.
«Las ‘preguntas’ están ahí para abordar un tema con mucho cuidado. Es una forma muy abierta de trabajar, pero también muy precisa.»
De estas preguntas surgían movimientos, gestos, escenas enteras. El resultado era un collage emocional que resonaba con el público de una manera profunda y visceral.
La belleza de lo imperfecto
Pina tenía un don para ver la belleza en lo cotidiano, en lo imperfecto. Sus obras estaban pobladas de personajes que podrían ser nuestros vecinos, nuestros amigos, nosotros mismos.
«Amo a mis bailarines. Son hermosos. Y estoy tratando de mostrar cuán hermosos son por dentro.»
Esta celebración de la humanidad en toda su complejidad es quizás el legado más duradero de Pina. Nos enseñó a ver la poesía en un gesto simple, la profundidad en una mirada.
Rompiendo moldes y estructuras
Aplaudimos la osadía que tuvo Pina de romper moldes y estructuras tan intrínsecas en el sector de la danza. En un arte maravilloso pero que a veces peca de severo y hasta castrador, Pina se atrevió a dar prioridad a la expresión artística por encima de la técnica perfecta.
En La Màquina, nos inspiramos en esta valentía para crear un espacio donde la creatividad pueda florecer sin restricciones. Buscamos, como Pina, un equilibrio entre la técnica necesaria y la libertad expresiva.
El legado de Pina: un faro para La Màquina
Para nosotros en La Màquina, Pina Bausch es mucho más que una referencia; es una fuente constante de inspiración. Su valentía para desafiar las convenciones, su búsqueda incansable de la autenticidad emocional y su capacidad para ver la belleza en lo cotidiano resuenan profundamente con nuestra propia filosofía.
Nos inspira su método de trabajo basado en preguntas, que nos recuerda la importancia de la curiosidad y la exploración en el proceso creativo. Su visión del bailarín como un ser humano complejo y único nos impulsa a valorar la individualidad de cada uno de nuestros alumnos.
En todas nuestras sesiones, como homenaje a Pina, hay un momento para sacar lo que de único hay en el movimiento de cada alumno y su manera única de expresarlo. Conjugamos la técnica con la creatividad, usando la primera como herramienta de expresión, no como un fin en sí misma.
En La Màquina, aspiramos a seguir el camino que Pina trazó. Queremos crear un espacio donde cada persona pueda explorar su propia expresividad, donde la técnica esté al servicio de la emoción, y donde la danza sea una celebración de nuestra humanidad compartida.
Porque, como Pina nos enseñó, el verdadero arte no se trata de alcanzar la perfección, sino de revelar nuestra verdad más profunda. Y en ese acto de revelación, encontramos nuestra conexión con los demás y con nosotros mismos. En La Màquina, seguimos en movimiento, inspirados por el legado eterno de Pina Bausch.