«La belleza, asignada rotundamente a la mujer, esa cualidad que debe ser capaz de provocar en quien la contempla un placer sensorial. Un cuerpo que se dispone a ser observado, disfrutado. Un cuerpo que se cuestiona la realidad de la belleza, la verdad de la perfección. Un cuerpo que busca romper y desarticular lo ideal y lo real.»
La Fea – Capítulo IV continúa la reflexión sobre los estándares de belleza impuestos, el cuerpo femenino como territorio político y la deconstrucción de lo normativo. A través del movimiento, la coreografía y la presencia escénica, se despliega una crítica poética a los cánones que nos aprisionan.
Un acto de liberación corporal que invita a reimaginar qué significa ser hermosa en un mundo que insiste en definirnos.